EL OPTIMISMO
DE LA TIERRA

Erik Solheim.

ERIK SOLHEIM

14 Jul, 2020

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EL OPTIMISMO
DE LA TIERRA

A lo largo de la historia, el ser humano ha sabido estar a la altura de las circunstancias y transformar el mundo. Los cambios suelen ir despacio durante mucho tiempo hasta que, de repente, se aceleran.

En 2004, fumar estaba permitido —incluso se fomentaba en ocasiones— en los restaurantes de todo el mundo. Después se prohibió, primero en Irlanda y luego en la mayoría de países. Los bares y restaurantes dieron la voz de alarma, ya que, argumentaban, esto les abocaría a la quiebra. Algunos incluso sostenían que la prohibición aumentaría las enfermedades mentales. Sin embargo, ninguna de estas predicciones alarmistas se cumplió. Tan solo 15 años después, resulta prácticamente imposible encontrar un restaurante en ningún lugar del mundo que permita fumar en interiores.

Lo mismo sucede en cuestiones más importantes que el tabaco, como la esclavitud, los derechos civiles, las condiciones de vida de los trabajadores, los derechos legales de las mujeres o la aceptación de la diversidad sexual. Los cambios van despacio durante mucho tiempo, y después se aceleran.

Incluso durante la crisis de la COVID-19, todas las trayectorias a largo plazo apuntan al alza. La esperanza de vida global es de 72 años, mientras que antes de la Revolución Industrial no alcanzaba los 30. Actualmente, casi todos los niños están escolarizados y vacunados contra las enfermedades más peligrosas. La pobreza extrema ha disminuido radicalmente y la inmensa mayoría de los seres humanos forma parte ahora de la clase media.

Lo mismo sucede en cuestiones más importantes que el tabaco, como la esclavitud, los derechos civiles, las condiciones de vida de los trabajadores, los derechos legales de las mujeres o la aceptación de la diversidad sexual. Los cambios van despacio durante mucho tiempo, y después se aceleran.

Incluso durante la crisis de la COVID-19, todas las trayectorias a largo plazo apuntan al alza. La esperanza de vida global es de 72 años, mientras que antes de la Revolución Industrial no alcanzaba los 30. Actualmente, casi todos los niños están escolarizados y vacunados contra las enfermedades más peligrosas. La pobreza extrema ha disminuido radicalmente y la inmensa mayoría de los seres humanos forma parte ahora de la clase media.

Desarrollo rápido y ecológico al mismo tiempo

Pero, ¿qué ocurre con el medio ambiente? Existen tres desafíos que no pueden obviarse: el cambio climático, la destrucción de la naturaleza que está aniquilando a los animales y la contaminación que mata a millones de personas cada año. No obstante, se han logrado éxitos a partir de los que seguir progresando. Cuando me incorporé a la política en la década de los 80, las dos cuestiones medioambientales apremiantes eran el agujero de la capa de ozono y la lluvia ácida. Ambas han sido resueltas.

Por primera vez, resulta posible adoptar un nuevo modelo de desarrollo ecológico

Existe una fórmula universal ampliamente contrastada para lograr el cambio. Se necesitan ciudadanos que propicien el cambio y alcen la voz para defender lo correcto. Se necesita un liderazgo político fuerte y con visión de futuro. Y se debe permitir y animar a las empresas a llevar ideas a la práctica e impulsar el cambio a gran escala.

Por primera vez, resulta posible adoptar un nuevo modelo de desarrollo ecológico

La buena noticia es que nos encontramos en un punto de inflexión histórico. Por primera vez, resulta posible adoptar un nuevo modelo de desarrollo ecológico. Hasta ahora, habíamos seguido el modelo de la Revolución Industrial que prioriza el crecimiento y solo nos fijábamos en el medio ambiente una vez alcanzado un nivel de desarrollo determinado. Este era el modelo imperante en Europa, Estados Unidos, Japón y, más recientemente, China.

Ahora podemos optar por un nuevo modelo. Podemos lograr un desarrollo rápido y ecológico al mismo tiempo. Las energías renovables superan al carbón en todo el mundo en términos de captación de nuevas inversiones. Y no solo en lo referente al bienestar de las personas o a la conservación de la naturaleza, sino también a su precio. Esto representa un punto de inflexión. Ya estamos apreciando los resultados, primero en forma de goteo y, muy pronto, como un tsunami.

Debemos contar con programas nacionales y globales en materia de electrificación, soluciones basadas en la naturaleza y economía circular

Por primera vez en 2020, Estados Unidos recibirá más energía de fuentes renovables que del carbón. En mayo, se concedieron los permisos para construir una gran planta solar en Las Vegas. Este es un poderoso símbolo de la transformación radical hacia la que nos dirigimos a toda velocidad. Tu próxima apuesta estará alimentada por energías limpias.

En junio, la oferta energética más barata de la historia tuvo lugar en India. Las empresas españolas e italianas estuvieron entre las ganadoras de contratos de energía solar a unos precios históricamente bajos. India cuenta con el primer aeropuerto totalmente solar del mundo, ubicado en Kochi (Kerala), así como con la primera estación ferroviaria plenamente solar. El nuevo metro de Delhi funcionará pronto mediante energía solar.

Y China, aunque continúa siendo muy dependiente del carbón, está cambiando a una velocidad superior a la mayoría de países. China es el mayor productor y consumidor del mundo de energía solar y eólica, así como de baterías.

China alberga un 70 % del total de sistemas ferroviarios de alta velocidad respetuosos con el medio ambiente, así como un 99 % de todos los autobuses eléctricos. Solo la gran ciudad de Shenzhen cuenta con 16.000 autobuses eléctricos, una cifra que supera ampliamente al resto de países del mundo combinados.

Ahora podemos afirmar con casi total seguridad que 2019 ha sido el año del pico del petróleo. La Agencia Internacional de la Energía prevé que la demanda de petróleo se reduzca en un 9 % en 2020, aunque podría ser más.

Debemos contar con programas nacionales y globales en materia de electrificación, soluciones basadas en la naturaleza y economía circular

La pequeña Tesla vale ahora más que los gigantes automovilísticos Ford y General Motors juntos, y podría superar a Toyota. Sorprendentemente, Netflix acaba de superar la capitalización bursátil de Exxon Mobil. Los mercados consideran que el futuro será renovable y no fósil.

Al objeto de impulsar plenamente este nuevo y prometedor mundo, debemos contar con programas nacionales y globales en materia de electrificación, soluciones basadas en la naturaleza y economía circular.

El siguiente nivel: la electrificación

La electrificación ya está en marcha, pero los Gobiernos y las empresas deben acelerar sus actuaciones a fin de evitar el peligroso calentamiento global. Debemos establecer colaboraciones público-privadas dirigidas a invertir, probar y poner en marcha soluciones ecológicas óptimas. Con un programa ambicioso sería posible electrificar la práctica totalidad del transporte. En Noruega, mi país, la mitad de todos los nuevos vehículos vendidos son eléctricos gracias a los acertados programas de estímulo articulados por el Gobierno. La mayoría de los nuevos ferris que atraviesan nuestros fiordos también son eléctricos. Los aviones eléctricos están comenzando a alzar el vuelo en Canadá y otros lugares. Los Estados deben trabajar con las aerolíneas y los fabricantes a fin de que los aviones eléctricos se conviertan pronto en el estándar para los vuelos de corta distancia y, posteriormente, cuando la tecnología de las baterías mejore, para los de larga distancia.

La energía eólica marina es muy prometedora. Si bien actualmente resulta un poco cara, una vez comience a producirse a gran escala su precio comenzará a disminuir. Una gran visión de futuro: instalar estaciones de carga en medio del océano, en las que las embarcaciones eléctricas que surcan el Atlántico o el Pacífico puedan recargar en alta mar sin necesidad de hacer costosas paradas en los puertos.

Muchos países carecen aún de políticas empresariales ecológicas. La crisis del coronavirus representa una oportunidad única en la vida para hacer lo correcto. Si los ciudadanos demandan un cambio, los Gobiernos lideran las iniciativas y las empresas pueden florecer, entonces lo conseguiremos. Los que llegan tarde a la historia siempre pagan un precio. Sin embargo, por suerte, la historia también premia a aquellos que propician los cambios que necesitamos.

Erik Solheim es un reconocido líder mundial en medio ambiente y desarrollo, así como un negociador de paz experimentado. Ocupó el cargo de ministro noruego de Medio Ambiente y Desarrollo Internacional entre 2012 y 2015.
Erik ha sido presidente del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE (el principal organismo de donantes mundiales), así como director ejecutivo de Medio Ambiente de la ONU. Actualmente, es asesor principal del Instituto de Recursos Mundiales y coordinador de la Global Coalition for Green Belt and Road, y también desempeña el cargo de CEO de la Plastic REVolution Foundation.