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igue el dinero: por qué la carne y el plástico son el nuevo carbón
Jim McClelland

Futurista sostenible. Fundador, editor y embajador de SustMeme
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or lo general, cuando la gente trata de imitar el comportamiento del llamado "capital inteligente" en el mundo de las acciones y los valores, se fija hacia dónde van y qué compran como inversión los grandes fondos.

Sin embargo, si nos concentramos en las inquietudes ambientales y éticas, es igual de importante identificar qué áreas abandona el dinero, lo que vende, para "desinvertir".

Se denomina "desinvertir" a la práctica de reducir los compromisos financieros o, incluso, deshacerse de los activos por completo. Con frecuencia esta desinversión se produce como respuesta a cuestiones de sostenibilidad, por el impacto medioambiental que producen determinadas corporaciones, o por cuestiones éticas, como la contaminación, o los derechos humanos.

Impulsado por las declaraciones de emergencia climática por todo el mundo, el ejemplo más llamativo de desinversión en la actualidad es la salida del capital de corporaciones cuya actividad se basa en los combustibles fósiles, especialmente el carbón. La comunidad libre de combustibles fósiles comprende decenas de miles de instituciones y personas, además de cifras que ascienden a billones de dólares.

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Impulsado por las declaraciones de emergencia climática por todo el mundo, el ejemplo más llamativo de desinversión en la actualidad es la salida del capital de los combustibles fósiles, especialmente el carbón

¿Quién se ha unido a ese movimiento de la desinversión?

Los estamentos educativos han estado en la vanguardia de la desinversión en combustibles fósiles, y, en muchos casos, su influencia cultural es tan poderosa como sustanciales son sus activos. Tanto si se trata de la marca mundial de la Universidad de Oxford como de la cartera de 126.000 millones de dólares de la Universidad de California, el perfil es importante.

Los fondos que representan a organizaciones religiosas, como la Iglesia de Inglaterra, también han abandonado los combustibles fósiles, al igual que los gobiernos regionales y locales, como la ciudad de Nueva York, y Maine, que acaba de convertirse en el primer estado de EE.UU. que ha aprobado una legislación de desinversión.

En la comunidad financiera y de inversión, el crecimiento global de los fondos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, en inglés) se está acelerando, y la desinversión forma parte de ese panorama.

La lista de gestores de activos que abandonan el carbón es larga y creciente; además, las fundamentales declaraciones públicas realizadas por BlackRock, el mayor inversor del mundo, se han considerado como un hito.

La desinversión en combustibles fósiles como el carbón se ha visto impulsada por una combinación de factores, como los objetivos climáticos globales y los objetivos nacionales de carbono, el activismo y la presión de los consumidores. Lo decisivo es que también había un atractivo lugar alternativo donde invertir el capital, alejándose de los valores energéticos "sucios" y dirigiéndose a las tecnologías limpias y la energía verde.

Es un patrón que empieza a repetirse en otros mercados y sectores.

La carne, fuera del menú

Como demuestran las cifras del Veganuary —al que en 2021 casi cada tres segundos se suscribía una persona— los consumidores están enviando señales al mercado de que la carne está cada vez más fuera del menú de los millennials y de los inversores, incluso de la comida para mascotas.

En realidad, la inversión en carne ha estado bajo presión durante algún tiempo por motivos de sostenibilidad —antes de la Covid— por cuestiones relacionadas con el bienestar animal, el uso de la tierra y la deforestación, las emisiones de metano y los costes ocultos de la producción de piensos.

En realidad, la inversión en carne ha estado bajo presión durante algún tiempo por motivos de sostenibilidad
En cuanto a las alternativas, hay un festín de sabrosas opciones en el menú de inversión para el capital más allá de la carne

Como respuesta, los fondos financieros están dando los primeros pasos, siendo un ejemplo Nordea Asset Management, que ha desinvertido 45 millones de dólares del principal productor de carne del mundo, la empresa ubicada en Brasil JBS, debido a las preguntas sin respuesta sobre la deforestación del Amazonas.

En cuanto a las alternativas, hay un festín de sabrosas opciones en el menú de inversión para el capital más allá de la carne. Innovadores de alto perfil, como los pioneros de las plantas Impossible Foods y Beyond Meat, tienen sus hamburguesas a la venta en Burger King y McDonald's, respectivamente. Eat Just ofrece sustitutos cultivados en laboratorio que no matan a los pollos ni a los huevos.

Ofreciendo una cartera de productos respetuosa con el clima y con los animales, Beyond Investing ha creado el US Vegan Climate Index. Es más, la red de inversores de más rápido crecimiento centrada en los riesgos ESG del sector alimentario mundial, la iniciativa Farm Animal Investment Risk and Return (FAIRR), superó el año pasado los 20.000 millones de dólares de activos gestionados.

Según Lux Research, el guisante, la colza y la avena son los cultivos de proteínas vegetales a seguir, y Barclays prevé un gran crecimiento de los insectos comestibles. En torno a dos mil millones de personas ya comen insectos como parte de su dieta, y el mercado podría tener un valor de casi 8.000 millones de dólares en 2030.

En términos de imitar al gran dinero, sin embargo, el indicador más revelador de que el plástico está potencialmente siguiendo el mismo camino de desinversión que los combustibles fósiles es la aparición de la compensación del plástico

Plástico en la basura

En cuanto al plástico, ha habido una oleada de ira y activismo de los consumidores de la "generación del Planeta Azul", que vieron en la pantalla las impactantes imágenes de la contaminación de los océanos y el impacto en la vida marina. Casi 750.000 personas han firmado ya la petición para que Amazon ofrezca opciones de embalajes sin plástico.

Además, la legislación está presionando a los productores, especialmente a los de plástico de un solo uso. Las bolsas de plástico han sido prohibidas en varios países de Europa y, a partir de abril del año que viene, el Reino Unido introducirá un nuevo impuesto sobre los envases de plástico, a razón de 200 libras esterlinas por tonelada.

El sector empresarial está respondiendo debidamente, con cinco de los nombres más importantes del Reino Unido en bienes de consumo de alta rotación de marca —Mars UK, Mondelēz International, Nestlé, PepsiCo y Unilever— que se han unido para formar el Fondo de Plástico Flexible de 1 millón de libras esterlinas, dirigido por el sistema de cumplimiento de los productores, Ecosurety, con la galardonada organización benéfica medioambiental y empresa social, Hubbub.

También surgen innovaciones técnicas, como el Toraphene, anunciado como la primera alternativa al plástico totalmente biodegradable, compostable y comercialmente viable del mundo.

En términos de imitar al gran dinero, sin embargo, el indicador más revelador de que el plástico está potencialmente siguiendo el mismo camino de desinversión que los combustibles fósiles es la aparición de la compensación del plástico.

Siguiendo las huellas de su predecesor el carbono, la compensación de plásticos permite a las organizaciones pagar por la recuperación y eliminación de plásticos realizada por otra parte, equilibrando así la balanza del impacto del plástico que no pueden (o no quieren) evitar.

Gracias al programa Plastics for Change, cuesta 0,60 dólares comprar una compensación de 1 kg de plástico certificado retirado del océano. Las posibles aplicaciones de compensación para las marcas con responsabilidades en materia de residuos plásticos, como la industria de la moda, llegaron incluso a las páginas de negocios de Vogue.

El "nuevo carbón"

Así pues, si un primer paso para identificar nuevas tendencias de desinversión es quizá encontrar el verdadero problema —una causa que inspire cambios políticos y campañas de consumo, una causa en la que el mercado de valores también tenga un interés significativo—, entonces la carne de granja y el plástico de un solo uso parecen ser los principales candidatos a convertirse en el "nuevo carbón".

En cuanto al plástico, ha habido una oleada de ira y activismo de los consumidores de la "generación del Planeta Azul", que vieron en la pantalla las impactantes imágenes de la contaminación de los océanos y el impacto en la vida marina
Jim McClelland es escritor, editor y conferenciante, especialista en los negocios y su entorno, desde las ciudades y el clima hasta la economía circular. Considerado uno de los tres personajes más influyentes de los medios de comunicación de todo el mundo en materia de sostenibilidad, Jim también ha editado y colaborado con capítulos en varios títulos sobre Informática no convencional y Arquitectura del bienestar. También es coautor del informe anual Circularity Gap Report, que se publica de forma anual en Davos.