#Inteligencia artificial
La Inteligencia Artificial (IA) es una rama de la informática que permite a las máquinas aprender para realizar tareas autónomas y tomar decisiones. En energía renovable, la IA optimiza el uso de recursos como el viento y el sol, ajustando sistemas en tiempo real para maximizar la eficiencia, reducir desperdicios y garantizar un suministro constante y sostenible.
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Los aerogeneradores, los motores o las grúas pueden tener una réplica virtual que permite prevenir posibles problemas o riesgos y experimentar sin poner en juego su funcionamiento antes de ejecutar nuevas funcionalidades. No es ciencia ficción, son los gemelos digitales, una tecnología disruptiva que será vital en el auge y desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial.
Más de 75 mil millones de dispositivos ya están conectados al internet de las cosas —IoT, por sus siglas en inglés,— y en solo tres años esta cifra se triplicará. Los objetos se volverán inteligentes y el mundo vivirá la cuarta revolución industrial.
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La Industria 4.0 es el origen de una nueva revolución —la conocida como Cuarta Revolución Industrial— que mezcla vanguardistas técnicas de producción con sistemas inteligentes que se integran con las organizaciones y las personas. A continuación, repasaremos las tecnologías que protagonizan este proceso y su vertiginoso avance.
La inteligencia artificial está llamada a acelerar la penetración global del vehículo autónomo sin conductor, una tecnología que ya opera en condiciones controladas en Estados Unidos, China y Europa. Para convertirse en una realidad extendida, los fabricantes tienen el reto de garantizar la máxima seguridad a futuros compradores y usuarios.
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Los robots y los humanos pueden ser compañeros de trabajo y todo gracias al auge de la robótica colaborativa. La presencia de los 'cobots' en la industria está cambiando los procesos productivos porque, a diferencia de los robots industriales, son capaces de trabajar con eficiencia, seguridad y destreza junto al resto de empleados en todo tipo de tareas.
Hasta hace muy poco, el arte era una capacidad inherente al ser humano y, por tanto, inaccesible para las máquinas. La aparición y evolución de la Inteligencia Artificial obliga a replantearse si aquello de pintar, componer o escribir sigue siendo patrimonio exclusivo de la humanidad. El debate está abierto.