Entrevista a Sandra Sánchez

"Que me dijesen tantas veces que no forjó mi personalidad"

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Junio de 2019.    Tiempo de lectura: 3 minutos

Sandra Sánchez es la mejor karateka de la historia en la modalidad de kata. Para llegar hasta ahí ha tenido que trabajar duro y superar incontables negativas. Pese a todo, rehúye de la palabra sacrificio porque el kárate es lo que más le gusta hacer. Te invitamos a conocerla más de cerca.

Sandra Sanchez

Entrevista a Sandra Sánchez, campeona del mundo de kata femenino en 2018.

Cuando esta talaverana consiguió cambiar el traje de bailarina por el kimono de karateka no imaginaba lo que un día le depararía su tesón. Después de mucho trabajo, Sandra Sánchez consiguió hacerse un hueco en el equipo nacional a los 32 años. Ahora, con 37, mira con una mezcla de orgullo e incredulidad su elección como la mejor karateka de la historia por parte de la Federación Internacional de Kárate. "Es un sentimiento contradictorio. Por un lado, no me lo creo, pero por otro me siento contenta de haberlo conseguido".

El kárate estrenará estatus olímpico en Tokio 2020. Allí, Sandra continuará con la rutina que le ha convertido en la número uno del mundo: "Cuando salto al tatami intento no pensar. Desaparecen los árbitros, desaparece el público, desaparece el pabellón y me repito muchas veces en la cabeza: has entrenado mucho para este momento. Solo sal y hazlo".

Viajemos a los orígenes... ¿Cómo comienzas en el mundo del kárate?

Empecé con cuatro años. Mis padres decidieron que tanto mi hermano como yo hiciéramos alguna actividad extraescolar. Apuntaron a mi hermano a kárate y a mí a baile. Una de las cosas que siempre he dicho a lo largo de mi vida es: "si Paquito es capaz de hacerlo, yo también". Por eso bajaba con él y me quedaba viendo la clase. Al principio, mis padres pensaron que era una rabieta: “Vamos a llevarla a kárate unos días para que se le pase y luego que vuelva al baile". Y aquí sigo con el kárate. Ahora mi hermano me dice siempre muy orgulloso: "Eres campeona del mundo por mí".

Hasta los 32 años no formaste parte del equipo nacional, ¿cómo viviste esos años en los que tu esfuerzo no se vio recompensado?

Siempre me presentaba al campeonato de España y conseguía ser medallista, pero por una cosa u otra nunca entraba en el equipo nacional. Ni en individual, ni en equipos. Evidentemente, me llevé desilusiones porque hay momentos para los que te preparas mucho y aun así te dicen que no y que no. Pero, al tiempo, esto me servía de motivación porque pensaba que había margen de mejora y que mi kárate podía ser mejor independientemente de que ganara o no, o de que consiguiese o no entrar en el equipo. Esto me hizo más fuerte y forjó mi personalidad para seguir esforzándome y no desistir nunca.

¿Qué sientes cuando estás sobre un tatami?

Intento no pensar. Solo estoy yo. Desaparecen los árbitros, el público, el pabellón. Me imagino en un entrenamiento, como si le estuviese haciendo el kata a Jesús —mi entrenador— para eliminar la tensión. Y me repito muchas veces: "Has entrenado mucho para este momento. Solo sal y hazlo".

Eres una trabajadora incansable, ¿qué sacrificios has hecho para alcanzar este nivel?

Intento no usar la palabra sacrificio porque no siento el kárate como un sacrificio. He elegido hacer esto y lo he elegido por encima de otras cosas. Es verdad que a lo mejor no he podido salir tanto los fines de semana porque estaba compitiendo, pero es que me gusta competir. Lo que se me hace un poco más cuesta arriba es cuando es el día del padre o el cumpleaños de mi sobrino o de mi hermano y estoy lejos de ellos.

El deporte femenino está en alza, pero aún queda mucho trabajo por delante para alcanzar una igualdad real. ¿Cuáles son los siguientes pasos a seguir?

Al principio en el dojo (gimnasio) éramos solo dos chicas. Ahora todo ha evolucionado mucho, incluso en los campeonatos, pero aún queda camino por recorrer. Dentro del mundo del kárate, y creo que esta reflexión se puede aplicar a cualquier deporte y a la sociedad en general, falta una concienciación por parte de los hombres. Hoy por hoy, en el mundo del kárate entre el 80 y el 90% de los dirigentes son hombres. Eso, quieras que no, provoca que no haya políticas de igualdad. Falta, por tanto, implicación por su parte para que realmente se trabaje con un nexo común y hacia un mismo objetivo. Yo, como mujer, no quiero ningún favoritismo, quiero tener las mismas oportunidades.

¿Qué sentiste cuando te eligieron la mejor karateka del mundo?

Recuerdo muchos momentos en los que te dicen que no lo vas a lograr, pero al mismo tiempo recuerdo a las personas que luchan contra viento y marea y te dicen que sí, que te mereces estar ahí porque tienes lo que se necesita, que tienes que seguir intentándolo porque el momento va a llegar.

 

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