Entrevista a Rafael Lozano-Hemmer

"Estudiar a la tecnología es estudiarnos a nosotros mismos"

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Septiembre de 2019.    Tiempo de lectura: 6 minutos

Para Rafael Lozano-Hemmer, la relación entre arte y tecnología en pleno siglo XXI es algo natural. Sus creaciones, cercanas a las artes escénicas y al performance, y para las que utiliza proyecciones, sensores y redes de comunicación, abordan esta dicotomía y apelan directamente al espectador en busca de la respuesta a una pregunta: ¿cuánto dice la tecnología sobre nosotros mismos?

Entrevista a Rafael Lozano-Hemmer, artista presente en la colección Iberdrola.
Entrevista a Rafael Lozano-Hemmer, artista presente en la colección Iberdrola.

El artista Rafael Lozano-Hemmer (Ciudad de México, 1967), cuya obra Anaximandro Recurrente ha entrado a formar parte de la colección Iberdrola Enlace externo, se abre en ventana nueva., reflexiona en esta entrevista sobre el impacto de la tecnología en la sociedad actual y, por ende, en el arte, que para él se revela como una herramienta para denunciar sus abusos, subvertir algunos de sus usos desde una perspectiva poética y amplificar las voces críticas.

El arte y la ciencia parecen dos disciplinas antagónicas, pero son la base sobre la que se cimientan sus obras. ¿En qué punto convergen el arte y la ciencia?

En la pasión por lo desconocido, en el deseo de experimentar y descubrir cosas nuevas, en la producción de sistemas de significado.

La tecnología está omnipresente en nuestra sociedad. Pese a que siempre ha dicho que no pretende moralizar al respecto con sus obras, ¿le preocupa este hecho?

Me preocupa el abuso de la tecnología, en particular en aplicaciones militares, de control civil y de consumo desmedido.

La recopilación de datos personales, los algoritmos que predicen comportamientos, los dispositivos móviles que comparten ubicaciones... ¿Vivimos en una sociedad libre o en una de tintes cada vez más orwellianos?

La infraestructura orwelliana ya está completamente desplegada, pero aún no se ha utilizado con todo su poderío. Vemos ya algunas de esas posibles realidades distópicas: desde los bombardeos por drones en Yemen hasta la manipulación de las elecciones en Estados Unidos, pero aún existen voces críticas que no han sido acalladas y de ellas dependemos.

La infraestructura orwelliana ya está completamente desplegada, pero aún no se ha utilizado con todo su poderío

En el mundo actual que venimos describiendo, ¿en qué lugar queda el arte? ¿Lo devuelve usted, de alguna manera, a la vanguardia al aunarlo con la tecnología?

En absoluto. Yo no creo que trabajar con tecnología sea original o avanzado, es simplemente algo inevitable. El arte puede funcionar para amplificar las voces críticas que mencioné en la respuesta anterior. El arte también nos permite pervertir los usos bélicos o consumistas para los que se diseñaron ciertas tecnologías: creando nuevos usos absurdos, críticos, poéticos o conectivos.

Se acusa a la tecnología de fría, pero usted la ha utilizado en varias de sus obras para amplificar aquellos pequeños gestos cotidianos que nos hacen humanos —por ejemplo, los latidos del corazón en Almacén de corazonadas—. ¿Cómo ve la relación entre humanidad y tecnología?

Son inseparables. McLuhan, por ejemplo, hablaba de la tecnología como una segunda piel. Yo creo que estudiar a la tecnología es estudiarnos a nosotros mismos.

Alguna vez ha dicho que sus obras están incompletas y que se completan con la participación del público, ¿qué busca al implicar al espectador en sus obras y establecer ese diálogo? ¿No le genera inquietud delegar esa parte final del proceso en los espectadores?

Busco crear plataformas de autorepresentación pública. Qué la gente sea una parte integral de las obras sirve para entrelazar realidades dispares. Delegar parte del proceso artístico es algo que ha existido desde hace mucho: por ejemplo, Marcel Duchamp decía que era la vista la que hacía al cuadro.

No creo que trabajar con tecnología sea original o avanzado, es simplemente algo inevitable

Viajemos a sus inicios para conocerle un poco mejor, ¿cómo termina un graduado en fisicoquímica dedicándose al arte?

¡Por las malas compañías en la universidad! Mis amigos eran todos músicos, coreógrafos, escritores y artistas...

Durante algún tiempo se dedicó a las artes escénicas. A la hora de idear sus obras, ¿cuánta importancia otorga a la puesta en escena? ¿Es clave a la hora de aunar los grandes espacios públicos que utiliza con el carácter intimista de sus obras?

Creo que mi obra sigue siendo más parecida a las artes escénicas o al performance que a las artes plásticas, en el sentido de que siempre hay un factor de "evento" que sucede creando una inmersión... La puesta en escena es una estupenda metáfora para el arte de instalación.

¿Por qué se le conoce como el artista megalodemócrata? ¿Podría explicar el concepto?

El nombre viene de una crítica de Le Monde a mi exhibición en París y se refiere a mi deseo obsesivo por incluir a la gente en las obras de arte. Era una observación peyorativa y bien merecida, porque estoy de acuerdo en que podemos caer en la trampa de la obra de arte como selfie.

Iberdrola posee una amplia colección e impulsa el arte a través de diversas iniciativas, ¿son las grandes empresas los mecenas del siglo XXI? ¿Hasta qué punto es importante su aportación?

Las colecciones corporativas y las iniciativas de apoyo al arte pueden ser fundamentales, sobretodo si se llevan a cabo con rigor y apoyando la creación más arriesgada.

Una de sus obras formará parte de la colección Iberdrola, ¿puede presentárnosla?

Se llama Anaximandro Recurrente y es una pantalla circular de 2x2 metros que muestra la actividad turbulenta de la superficie solar. Cada día la pieza se conecta a los servidores del Solar Dynamics Observatory (SDO) de la NASA y utiliza las imágenes más recientes del estado del sol, estas se mezclan con algoritmos generativos matemáticos como reacción-difusión —Navier-Stokes y Voronoi—. De esta forma, nunca se repetirá la misma imagen. También se observan de vez en cuando eclipses de pequeños planetas que rodean al sol. La pieza se inspira en el filósofo presocrático Anaximandro de Mileto, que propuso que las estrellas y planetas no estaban en una bóveda celeste, sino en un espacio continuo que rodeaba a la Tierra y con esto describió correctamente el mecanismo de los eclipses.

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