Tratamiento de basura

La basura, un negocio de doble filo en el Tercer Mundo

Acción social Sociedad

Cada persona genera al día 0,74 kilos de residuos. Y en los próximos años se espera que este dato aumente. El viejo paradigma de producir, usar y tirar está inundando el mundo de basura. Soluciones como la reutilización, el reciclaje y la valorización energética cobran más importancia que nunca. En el lugar donde la basura genera más daños, el Tercer Mundo, los residuos electrónicos se han convertido en un gran negocio.

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En los países del Tercer Mundo, la basura se acumula debido a la ausencia de sistemas de gestión de residuos.

Los datos no mienten: a nivel mundial, cada persona genera 0,74 kilos de residuos al día. Al mismo tiempo, en el mundo se generan 2.010 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos cada año, el 33% de los cuales no son gestionados de manera ecológicamente segura. Y para 2050 se espera que esta cifra aumente hasta los 3.400 millones de toneladas.

Estos son solo algunos datos del estudio What a waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050, el último informe elaborado por el Banco Mundial sobre esta temática.

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¿Cuánto tiempo tardan los desechos en degradarse?

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También existe una correlación directa entre la generación de residuos y el nivel de rentas: aunque solo representan el 16% de la población mundial, los países con rentas altas producen alrededor del 34% de los residuos mundiales —683 millones de toneladas—. Los países con rentas medias-altas y medias-bajas producen el 32% y el 29%, respectivamente. Y los países con rentas bajas, que representan el 9% de la población, solo son responsables del 5% de los residuos mundiales.

Aunque son quienes menos residuos producen, la falta de desarrollo y la inestabilidad política en el Tercer Mundo han obstaculizado la implantación de modernos sistemas de gestión de la basura en muchas áreas. Según el Banco Mundial, mientras los países con rentas altas y medias-altas proporcionan normalmente servicios universales de recolección de residuos, los países con rentas bajas solo recolectaron en 2016 el 48% de los residuos generados en las ciudades y el 26% fuera de ellas. Esta situación crea condiciones de vida insalubres, favorece la transmisión de enfermedades e incluso provoca que alguna gente pierda sus casas o hasta la vida en avalanchas de basura.

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Generación de residuos por región durante 2016.

Esta proliferación de basura es consecuencia del viejo paradigma de la economía lineal: producir, usar y tirar. Hoy día, la economía circular —reducir, reusar y reciclar— se vislumbra como la única solución para vivir en entornos sostenibles, sanos e inclusivos. Y en este sentido todavía queda mucho camino por recorrer. A nivel mundial, solo se recuperan el 13,5% de los residuos a través del reciclado y el 5,5% a través del compostaje. Los países con rentas altas son los que más basura recuperan —un 29% a través del reciclado y un 6% a través del compostaje— y los países con rentas bajas son los que menos basura tratan: tan solo son capaces de recuperar un 4% entre el reciclado y compostaje.

La basura en el tercer mundo

El Tercer Mundo es un caso único porque, aunque su falta de desarrollo hace que sean quienes menos basura producen, ese mismo factor es el que convierte a algunos de estos países en grandes importadores de basura. Ghana es un claro ejemplo.

Aunque la Convención de Basilea prohíbe la exportación de residuos peligrosos al Tercer Mundo, Ghana lleva décadas importando buena parte de la basura electrónica de los países desarrollados para reutilizar sus piezas y componentes —los ordenadores y teléfonos móviles contienen oro, plata y cobre—. El resultado son macrovertederos en los que se trabaja en condiciones inseguras, insalubres y perjudiciales para el medio ambiente. Un estudio de la ONU (2016) ha certificado que en Agbogbloshie la concentración de plomo en el suelo llega a superar en 1.000 veces el nivel máximo de tolerancia, y otro estudio de este mismo organismo concluyó que en un colegio cercano a uno de estos vertederos la contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes superaba en 50 veces los niveles libres de riesgo.

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Algunos países tercermundistas se han convertido en grandes importadores de residuos.

Al mismo tiempo, otras fuentes tildan las denuncias que recaen sobre esta situación de catastrofistas y ponen el acento en las ventajas de la importación. Un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluyó que en 2009 Ghana importó 215.000 toneladas de basura electrónica. El 15% que no se podía reparar fue destinado a vertederos y el 85% restante fue a parar a talleres y tiendas de reventa, dando acceso a la tecnología informática a parte de la población e impulsando, asimismo, la economía circular.

China es un caso bastante similar. Hace tres décadas empezó a importar basura occidental. Y solo en 2016 recibió 7,35 millones de toneladas de desechos y desperdicios plásticos, aproximadamente el 56% del total mundial. Sin embargo, al prolongar la vida útil de los aparatos electrónicos a través del reciclaje ayuda a reducir las emisiones de CO2 generadas en su fabricación, así como la demanda de cobalto y otros materiales cuya extracción es perjudicial para la salud humana y el medio ambiente. No obstante, el gigante asiático no ha dudado a la hora de aprobar una ley que restringe de manera notable la importación de basura.

Valorización energética o 'vertedero cero'

La valorización energética consiste en someter a los residuos a un proceso de combustión para reducir su volumen y aprovechar la energía que se genera en este proceso, ya sea en forma de vapor de agua, electricidad o agua caliente.

La tasa de valorización energética en España se sitúa en el 14%. Una cifra bastante inferior a la media europea (27%) y que resulta insuficiente para dar debido cumplimiento a la gestión jerarquizada que propone la Unión Europea, en donde la valorización energética, tal y como se recoge en el propio paquete europeo de economía circular, debe posicionarse por delante del vertedero, siendo este último la opción menos deseable.

La situación es bien distinta en el norte de Europa, donde cinco países (Suecia, Bélgica, Dinamarca, Holanda y Alemania) cuentan con una tasa de vertido de solo el 1% y otros dos (Austria y Finlandia) del 3%. Esto es posible gracias a sus elevadas tasas de reciclado y compostaje —que van desde el 42% de Finlandia hasta el 66% de Alemania— y valorización energética —desde el 32% de Alemania hasta el 55% de Finlandia—.

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Tratamiento de los residuos municipales en Europa durante 2016.