Acidificación de los océanos

La acidificación de los océanos, ¿por qué se produce y cuáles son sus consecuencias?

Naturaleza

Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que lanzamos a la atmósfera no solo empeoran la calidad del aire, también impactan en la salud de los océanos. En concreto, provocan un fenómeno, conocido como acidificación, que reduce el pH de sus aguas, modificando su composición química y afectando gravemente a los organismos marinos. Las soluciones pasan por reducir el uso de combustibles fósiles en beneficio de fuentes renovables.

Acidificación océanos
La acidificación de los océanos es un problema medioambiental grave y urge hallar soluciones.

El cambio climático es una realidad y prueba el impacto que tiene gran parte de la actividad humana sobre la salud del planeta. Aunque en los últimos años el compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente ha mejorado, los retos son numerosísimos y uno de ellos tiene que ver con la contaminación de los océanos —siendo especialmente preocupante la presencia de plásticos— y su acidificación. A continuación, abordaremos este fenómeno, sus causas, sus consecuencias y sus posibles soluciones.

Qué es la acidificación y cómo funciona

En primer lugar, conviene tener claros algunos conceptos relacionados con la química. El agua puede ser de tres tipos: ácida (si el pH es inferior a siete), neutra (si el pH es siete) o alcalina (si el pH es superior a siete). Es decir, cuánto menor sea el nivel de pH en el agua, que se mide en una escala de 0 a 14, más ácida será. La superficie de los océanos, tomada en su conjunto, tiene un pH que oscila entre 8,0 y 8,3. Los organismos marinos se han desarrollado y evolucionado en un entorno con esas cifras de pH, por lo que están adaptados a ese ecosistema y cualquier cambio puede poner en peligro su supervivencia.

La acidificación de los océanos se produce cuando, a través de un conjunto de reacciones químicas, el agua del mar absorbe CO2. Como apunta el propio Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un artículo, esto tiene su parte positiva y es que, de no producirse, la presencia de CO2 en la atmósfera sería un 30 % superior, lo que impulsaría aún más el cambio climático. Por tanto, la resolución de este problema va unido de forma indisoluble a la reducción de emisiones y solo puede abordarse de manera global, lo que dificulta la búsqueda de soluciones y la toma de decisiones. 

Acidificación de los océanos
La relación entre el aumento de la contaminación y la acidificación de los océanos

VER INFOGRAFÍA: La relación entre el aumento de la contaminación y la acidificación de los océanos [PDF]

Causas de la acidificación de los océanos

Si nos atenemos a las explicaciones dadas anteriormente, podríamos afirmar que la principal causa de la acidificación de los océanos es el CO2 liberado a la atmósfera. Desde el comienzo de la Revolución Industrial, la concentración de este gas ha aumentado de forma severa a causa de la quema de combustibles fósiles utilizados para los procesos industriales, la generación de energía o el transporte, entre otras actividades humanas.

En concreto, los niveles de CO2 en la atmósfera han pasado de 250 a 400 partes por millón (ppm) en los últimos siglos y, en consecuencia, el pH del agua oceánica superficial ha decrecido un 0,1. El dato podría parecer insignificante, pero representa un aumento del 30 % en la acidez de los océanos en comparación con la época preindustrial. De mantenerse el nivel actual de quema de combustibles, la proyección es que el pH disminuya entre 0,3 y 0,4 unidades más, unos índices nunca vistos en al menos los últimos 25 millones de años y un ritmo inédito en toda la historia del planeta.

Consecuencias de la acidificación de los océanos

¿A quién afecta la acidificación de los océanos y cómo? Según Oceana, ONG dedicada a la conservación marina, podríamos categorizar estas consecuencias de la siguiente forma: 

 | En la vida marina

Se produce una disminución de la cantidad de iones carbonato en el agua, un elemento necesario para la formación de los esqueletos y las conchas de ciertos animales marinos. Por tanto, esta situación podría afectar a su desarrollo y a su capacidad de reproducción, poniendo en peligro sus poblaciones. Las especies más amenazadas por este fenómeno son cangrejos, langostas, almejas, ostras, etc.

También debemos tener en cuenta su impacto en otras especies menos conocidas, como los pterópodos, que tienen un papel importante en la cadena alimentaria como fuente de alimento para peces, cetáceos y pájaros. Los corales, que actúan como refugio de un cuarto de las especies marinas, son muy sensibles a la acidificación.

 | En la vida humana

Un amplio descenso en las poblaciones de peces y crustáceos a causa de la acidificación impactaría gravemente en una de las principales fuentes de proteínas para millones de personas en todo el mundo. Como consecuencia, se pondría en peligro el medio de vida de cerca de 47,5 millones de pescadores y de una industria que emplea a otros 120 millones de personas.

Soluciones a la acidificación de los océanos

A nivel global, la principal solución pasa por reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera que son consecuencia directa de las actividades humanas. Para ello, procesos como la transición energética y la descarbonización son fundamentales para minimizar la emisión de gases de efecto invernadero y alcanzar la neutralidad de carbono, un compromiso suscrito por cientos de países en el Acuerdo de París.

En concreto, según Oceana, para que los océanos recuperen la normalidad debemos estabilizar las concentraciones de CO2 en 350 ppm o menos, lo que a su vez implicaría disminuir las emisiones globales en un 80-90 % antes de 2050. Un objetivo tan ambicioso solo se conseguirá a través de un cambio a gran escala que sustituya de forma masiva los combustibles fósiles por fuentes de energía renovables.

La ciencia, por su lado, también está buscando soluciones. Por ejemplo, se están llevando a cabo investigaciones para estudiar cómo pueden usarse las macroalgas para almacenar carbono y reducir la acidificación. Adaptar las zonas de pesca para disminuir la presión sobre los ecosistemas o identificar qué áreas oceánicas necesitan conservación urgente también pueden ayudar a combatir este problema.