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#acción climática #naturaleza #ODS
El grupo Iberdrola protege, restaura y promueve el uso sostenible de los ecosistemas terrestres en todos los países en los que opera, contribuyendo de forma directa a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 15 de Naciones Unidas: vida de ecosistemas terrestres. En este sentido, la compañía tiene en cuenta la conservación de la biodiversidad en la planificación y posterior desarrollo de todas sus actuaciones.
Objetivo 15: Vida de ecosistemas terrestres. Locución del vídeo [PDF] Enlace externo, se abre en ventana nueva.
El ODS 15 busca proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, detener e invertir la degradación de las tierras, combatir la desertificación y frenar la pérdida de biodiversidad.
Casi un 31 % de la superficie mundial está cubierta de bosques. Los bosques nos aportan a los seres humanos lo esencial para nuestra supervivencia: el aire que respiramos, los alimentos que comemos y el agua que bebemos. Albergan más del 80 % de todas las especies terrestres, tanto de animales como de plantas e insectos, y más de 1.600 millones de personas dependen de los bosques para subsistir. Sin embargo, la mano del hombre elimina 13 millones de hectáreas de bosque cada año.
A pesar de los esfuerzos para alcanzar las metas de este objetivo, el Informe sobre los progresos en el cumplimiento de los ODS de 2021 de la ONU no ofrece buenas perspectivas y remarca que la conservación de los ecosistemas terrestres no tiende hacia la sostenibilidad, los ecosistemas terrestres continúan desapareciendo de forma alarmante y las especies protegidas van camino de la extinción.
La deforestación y la invasión del hábitat no solo nos privan de nutrientes esenciales, sino que son las principales vías de transmisión de enfermedades infecciosas emergentes, incluida la COVID-19. El 75 % de las enfermedades emergentes (entre ellas, la gripe aviar o el ébola) se transmiten de la vida silvestre a las personas. Esto ocurre cuando los seres humanos invadimos hábitats naturales y alteramos los ecosistemas. Los delitos contra la vida silvestre, la caza furtiva y el tráfico ilícito de animales —como el pangolín, que es uno de los principales sospechosos en la transmisión del coronavirus de murciélagos a las personas— no solo amenazan la salud y la biodiversidad del ecosistema, sino que también pueden perturbar la salud humana, el desarrollo económico y la seguridad mundial, como está sucediendo con la actual pandemia.
Se estima que más de 2.000 millones de hectáreas de la superficie terrestre están degradadas, lo que afecta directamente el bienestar de aproximadamente 3.200 millones de personas, lleva a especies a la extinción e intensifica el cambio climático.
La superficie forestal mundial, como vemos, sigue reduciéndose, si bien es cierto que a un ritmo ligeramente más lento que en décadas anteriores: de 2015 a 2020, la tasa anual de deforestación fue de 10 millones de hectáreas, frente a los 12 millones del periodo 2010-2015. A nivel mundial, los bosques dejaron de ocupar el 31,9 % de la superficie (2000) para ocupar el 31,2 % (2020). No obstante, aunque la desaparición de bosques sigue siendo alta, los datos de 2020 —los últimos de los que dispone la La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)—, muestran que aquellos que se encuentran en áreas protegidas aumentaron o permanecieron estables. Actualmente, de 4.060 millones de hectáreas forestales en el mundo, más de la mitad están sujetas a planes de protección.
Pero la biodiversidad disminuye a un ritmo alarmante y la actividad humana hace que los ecosistemas sean más frágiles y menos resistentes. El riesgo de extinción de especies empeoró en un 10 % respecto a las tres últimas décadas a nivel mundial. Actualmente, más de 38.500 especies están en peligro de extinción.
Para intentar de revertir la situación, los países tratan de implementar principios programáticos para proteger la biodiversidad y los ecosistemas, incluyendo un trabajo de concienciación ciudadana. A principios de 2020, 123 países se comprometieron a establecer metas voluntarias para lograr la neutralidad de la degradación de la tierra. Esto mejoraría no solo la diversidad y el bienestar de millones de personas, sino que también favorecería la lucha contra el cambio climático.
Revertir esta realidad se ha convertido en un objetivo primordial en el ámbito internacional. Por este motivo, proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, el manejo sostenible de los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra y la pérdida de biodiversidad es el ODS 15 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, aprobados en septiembre de 2015 como parte de la Agenda 2030.
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Las metas concretas fijadas para el año 2030 son: